Buscando un atajo
para llegar hasta vos
me encontré con la extrañeza de tu cuerpo.
Descubrí
que el puente movedizo
que unía
tu mano a la mía
me había tirado al vacío,
entendí,
que nunca supiste leerme
Culpo a mi pasividad
por las heridas.
Resurjo del centro
decidida a lastimarte,
a darte muerte,
proclamarla.
Violentamente
olvidar tu nombre
no pronunciarlo nunca más.
lunes, 17 de mayo de 2010
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